sábado, 9 de junio de 2018

Axiología: el origen del valor y los valores



¿Qué importancia tienen los valores en la construcción de las sociedades y en la vida de las personas? ¿De qué manera se han concebido y cómo se han relacionado con los discursos filosóficos?


Los valores son aquellas cualidades especiales que tienen algunas realidades, llamadas bienes, por las cuales son estimables y agradables. También se consideran valores aquellos principios o máximas que impulsan a las personas a desarrollar buenas acciones.

Son diferentes las fuentes que inspiran los valores: las religiones, las aspiraciones sociales, económicas o políticas, y las costumbres y tradiciones de las comunidades humanas. Estas circunstancias hacen que también las diferentes sociedades tengan diversas formas de clasificar y de asimilar sus valores, y que muchas culturas con el paso del tiempo cambien sus valores.
En este contexto, también hay valores de unas culturas, que en otras son anti-valores, o valores que fueron importantes en una época y ahora son secundarios o hasta han desaparecido.



El mundo de los valores es dinámico y cambiantes. Por eso es necesario leer con sentido crítico la realidad y la sociedad para descubrir aquellos valores propios de cada comunidad de vida.




ORIGEN DEL VALOR

Cada cultura y cada civilización fue construyendo su propio concepto de valor, que se consideraba como aquel elemento que daba identidad a los pueblos.
Sin embargo, en cada momento de la historia dicho elemento fue distinto y en los momentos de profundos cambios en la estructura sociales, sufrió alteraciones, en algunos casos tan profundas que dieron origen a nuevas formas de vida dentro de esas mismas comunidades.
En todos los momentos, el concepto de valor fue asumido no como algo abstracto, sino como algo real y concreto que debía formar parte de la cotidianidad de las personas y de las sociedades, de modo que al mismo tiempo era el principio regulador y la forma de vida de dichas sociedades.
En oriente, el concepto de valor se comprendía, no como valor en sí, sino como virtud, en la medida que se equiparaba la búsqueda de la sabiduría y de la perfección de las personas.
De hecho todas las religiones que se desarrollan en Mesopotamia, Egipto, y el lejano Oriente, llevan dentro una propuesta de vivir la vida con base en una serie de preceptos normas y disciplinas que permiten establecer una escala de valores, en cuya Cúspide está la superación de apego material y el reencuentro con lo espiritual.

La virtud como valor 

Para las culturas de Oriente, la virtud del sabio que se desprende del mundo, deben ser vividas a plenitud, con compromiso de vida. 
Al comienzo, sólo se encuentran pequeños grupos convencidos de las bondades de llevar un determinado tipo de vida.



Con el paso del tiempo, se conceptualizan y se describen unos principios, que se escriben en códices o códigos, que sirven de referencia para las generaciones futuras y comienzan a tener una mayor importancia para las mayorías.
Las posteriores culturas comienzan a estudiar tales códigos y con base en ellos determinan las distintas normas de vida, bien sean morales, jurídicas o sociales.
Dichas normas van a permitir trazar derroteros de vida y de comportamiento, con el fin de alcanzar las aspiraciones más altas de la vida humana: la perfección, la vida plena o la vida feliz.

Grecia y el sentido del valor 

En Grecia también los principios que sustentan los valores se comprendieron al comienzo como virtudes. La virtud se definía como la mejor forma de comportarse una persona en todos los aspectos de la vida.
Es decir. que la persona virtuosa era una persona que obraba lo mejor. o el bien. y que vivía de acuerdo con los principios: hacía de su actuación una realidad de vida buena.
Pensadores como Platón y Aristóteles planteaban que las virtudes son el único camino para llegar a la felicidad o al fin último que busca toda persona en su paso por la vida.
De esta manera, se coloca la virtud como aspecto regulador de la vida humana y como mayor valor, que permite la realización humana.




La disciplina como camino 

Por su parte, también comprendían que la disciplina es el camino, el medio, o la forma para llegar a la posesión de las virtudes.

Para ellos, no existe otro camino que el esfuerzo personal y el buen uso de la razón para ser virtuoso, pues el camino contrario es el de los apetitos y de la pereza.
Sólo la disciplina garantiza alcanzar la perfección única en la que se encuentra la felicidad.

¿Qué son los valores?

Sólo entrada a la época moderna se alcanzó una conceptualización de los valores, pues es con el nacimiento de la axiología que se acuña el término valor. Este concepto va a desplazar el sentido griego de virtud y da paso a una serie de principios que determinan que la realización de la vida humana se da en el presente y en este mundo.

La pregunta por el valor

La axiología nace como la ciencia que estudia los valores personales y sociales. Por ello, de inmediato viene la pregunta ¿qué es un valor?. A lo largo de los últimos siglos se han dado muchas y diversas definiciones.
Sin embargo, y la mayoría de ellas coinciden con el siguiente planteamiento:


"los valores no son pero valen". Al parecer, no nos encontramos frente a una frase hueca y sin sentido.
Pero podemos explicarla siguiente forma: los valores no son, en cuanto que no son cosas concretas.
En el mundo hay muchas cosas concretas o reales: un árbol, una piedra, una silla, etcétera, y sobre su existencia no tenemos duda alguna, pues podemos experimentarlas, tocarlas, verlas y vivenciarlas.



El valor como ente no material 

Sin embargo, dentro de esas cosas concretas no hay algo, una cosa, que se denomina "el valor", por eso se afirma que los valores no son entes o cosas concretas.
Pero valen, es decir, las personas se fijan y, además, rigen su vida por ellos
Valen, porque sirven de criterio para determinar que es mejor ser honestos que ser deshonestos, o que es mejor ser sinceros que mentirosos.



Ahora bien, aunque los valores no sean concretos y reales, valen, se tienen en cuenta, son apreciados, son queridos.
Los valores se convierten en la base de las decisiones humanas y en la columna vertebral de las organizaciones sociales.
Pero, ¿Cómo saber quién posee un valor? Vamos a utilizar una expresión moderna, un poco compleja, pero que ayuda en la resolución del interrogante: los valores se verdadean.
Verdadear un valor es casi como llevar un letrero en la frente que dice, bueno, sincero, justo,honesto, veraz.
Verdadear un valor es casi como respirar, es un acto que casi no podemos notar, pero que es vital, de tal suerte que si no respiramos podemos morir.
De igual forma, el valor o los valores se verdadean, se hacen realidad en la vida, de lo contrario se pueden morir, pues algo que no se pone en práctica no tiene vida y termina por ser olvidado.
Claro que podemos verdadear valores en sentido positivo o lo podemos hacer en sentido negativo.



EL VALOR EN EL SENTIDO DE LA VIDA


Como las personas deben realizar opciones de vida, de la opción que ellas hagan depende el sentido de sus vidas. Cada persona está llamada a darle sentido a su existencia y ese sentido se lo puede dar, entre otros aspectos, por medio de la aprobación de valore que le permitan llegar al nivel que ella desee.
En este sentido, los valores posibilitan un camino para que cada persona logre su bien ultimo, su meta y su perfección.
Cada persona está llamada a lograr lo máximo que la vida le puede ofrecer y solo de cada una depende que esto sea una realidad.
Claro que sobre ella también hay influencia del medio y de la sociedad. Pero la persona es quien decide la forma como quiere realizarse.



LA VIDA TIENE SENTIDO


Dar sentido a la vida no es otra cosa que entender porque y para que estoy en este mundo.
De lo contrario, puedo pasar todo el tiempo de mi existencia sin saber para donde voy o que debo hacer.
El sentido de la vida se lo debe dar cada persona, pues nadie está llamado a decirme que y como lo debo realizar.

En el mundo actual, cuando se busca el valor de la existencia, en la mayoría de los casos se piensa en adquirir cosas materiales, fama, etc. Pero aunque estas cosas son importantes para la vida de las personas, son pasajeras y no realizan a plenitud la vida humana.


Aquí algunos vídeos en donde puedes aclarar o ampliar:
https://www.youtube.com/watch?v=Lff20rUKiH0
https://www.youtube.com/watch?v=xuoda55G2C0
https://www.youtube.com/watch?v=22pNeODxAOA



Éticas autónomas y éticas heterónomas

A través de la historia y en las diferentes culturas, las personas siempre han buscado una forma específica de orientar su vida, de realizar la misión a la que se sienten llamados en el mundo o desarrollar lo que consideran que es su vocación. En este sentido, se han presentado diversas propuestas que permiten orientar las acciones humanas, por lo que no se puede establecer con claridad que una es mejor que la otra, pues esto depende de los contextos y de las situaciones particulares de vida. Así, cada persona debe ponderar las diferentes formas de vida y las distintas teorías al respecto, y luego apropiarse de aquello que cree conveniente para su realización. 


Occidente y la heteronomía

 La heteronomía se define como el comportamiento de una persona que siempre se ha de regir por condicionamientos externos a sí misma y a su razón. Se trata de la incapacidad de una persona para darse una norma de comportamiento por sí misma, por lo que siempre necesita de alguien o algo que le esté marcando el camino que debe seguir. 
Las personas heterónomas realizan su vida dependiendo de un contexto, de una sociedad o de una forma de vida. 


Sabemos que en Roma nacieron las leyes y con ellas la ciencia del derecho. Esto parece bien, pues las sociedades tienen necesidad de ordenarse y de gobernarse. El problema aparece cuando las personas hacen coincidir sus relaciones y sus formas de comportamiento con esas reglas de una manera esquemática, que para ellas no existe otra forma de vida. 
El mundo occidental, que por cuestiones históricas tiene raíces romanas, ha entrado en esta dinámica, es decir, deja que el comportamiento de las personas sea reglamentado por las normas y por los códigos. No estamos en contra de esto, pues una sociedad los necesita. Lo importante es superar esas leyes y desarrollar criterios propios: no salir de las normas pero tampoco estar atado a ellas. 

Formas de Vida heterónomas 
Las personas heterónomas se conocen por que pasan toda su vida esperando que otras personas tomen las decisiones por ellas. Esta situación crea un ambiente de infelicidad e insatisfacción, debido a que no logran realizarse en la vida. Sus sueños quedan estancados, sus ilusiones se mueren y sus vidas comienzan a ser vacías y sin sabor. Sólo les queda el hecho de vivir a expensas de otras personas y de esperar a que ellas les organicen el derrotero a seguir. 
Hasta hace poco, en nuestras sociedades, muchos padres de familia que dirigían las vidas de los hijos a su acomodo, les imponían un estudio, una universidad, una carrera y hasta una pareja. Esta situación permitió y permite reflexionar sobre la posibilidad que tenemos de superar actitudes de vida dependientes y heterónomas. 

 Superación de la heteronomía 

La forma de superar un pensamiento ético heterónomo implica poner en acción nuestra razón, de tal manera que seamos capaces de construir y de manejar nuestras vidas, claro con la ayuda, la experiencia, el consejo de los otros, pero con base en principios universales dados por la razón. 



Kant y el nacimiento de la autonomía 
Kant fue el primer filósofo en determinar el comportamiento moral con base en la autonomía, en total oposición a la heteronomía. Se trataba de fundamentar el comportamiento de las personas con base en unas normas no impuestas desde fuera, y cuyo comportamiento moral obedeciera a sus propios criterios y al buen uso de su razón. 

¿Por qué las personas reclaman su autonomía? Porque buscan de manera anhelante su realización en la sociedad. Se trata pues de un proyecto de vida en donde la autonomía no se ejerce para hacer lo que cada uno desee, sino donde la persona es responsable y dirigida al alcance de ese proyecto de vida. Esta autonomía además se caracteriza por el buen uso de la tolerancia que permite que algunos aspectos esenciales para el ser humano y para la sociedad, tales como la religión, la política y la libre expresión, puedan ejercitarse sin ningún temor. Sin embargo, de la tolerancia a la indiferencia hay sólo un espacio muy pequeño, lo que puede conllevar a una indiferencia total, donde las personas no se interesen en absoluto por las demás. Traspasar esta barrera borra del todo la bondad del modelo de vida autónomo y con facilidad lleva a la vergüenza, a la arbitrariedad y a la violencia. 

Según Kant, “la autonomía de la voluntad es el único principio de toda ley moral y de los deberes conformes a esta ley. Por lo contrario, toda heteronomía del arbitrio no sólo no fundamenta una obligatoriedad, sino que resulta contraria a su principio y a la moralidad del querer”. Por lo tanto, de lo que se trata es de determinar los motivos últimos de nuestro actuar moral y comenzar a descartar aquellos elementos que se conviertan en agentes heterónomos. En nuestra actuación no deben intervenir agentes externos ni motivaciones internas, para que sea posible la autonomía. 
En definitiva, no debemos actuar siquiera para conseguir la felicidad, sino que debemos actuar por puro deber. Sin embargo, es claro que cuando las personas actúan por puro deber, se vuelven dignas de felicidad, lo que implica una consecuencia de la actuación y no sólo la finalidad en sí misma. 
Para Kant, la ley moral debía ser de tipo formal, que se presentaba como un “imperativo categórico”, que consiste en una ley cuya validez universal se da gracias a su racionalidad. Para dicho imperativo categórico.

Kant establece tres formulaciones

 a) Obra (actúa) de modo que la máxima de tu voluntad tenga siempre validez, al mismo tiempo, como principio de una legislación universal.

 b) Obra (actúa) de modo que consideres a la humanidad, tanto en tu persona, como en la persona de todos demás, siempre como fin nunca como simple medio. 

c) Obra (actúa) de modo que la voluntad, con su máxima, pueda considerarse como legisladora universal con respecto a sí misma.


Respuesta a la pregunta: ¿Qué es la Ilustración? Immanuel Kant 

1. La ilustración es la salida del hombre de su condición de menor de edad de la cual él mismo es culpable. La minoría de edad es la incapacidad de servirse de su propio entendimiento sin la dirección de otro. Uno mismo es culpable de esta minoría de edad, cuando la causa de ella no radica en una falta de entendimiento, sino de la decisión y el valor para servirse de él con independencia, sin la conducción de otro. ¡Sepere aude! ¡Ten el valor de servirte de tu propio entendimiento! es pues la divisa de la ilustración. 

2. La pereza y la cobardía son la causa de que la mayoría de los hombres, después que la naturaleza los ha librado desde tiempo atrás de conducción ajena (naturaliter majorennes), permanecen con gusto menores de edad a lo largo de su vida, por lo cual le es muy fácil a otros el erigirse en tutores. ¡Es tan cómodo ser menor de edad! Si tengo un libro que piense por mí, un pastor que reemplaza mi conciencia, un médico que dictamina acerca de mi dieta, y así sucesivamente, no necesitaré esforzarme. Si sólo puedo pagar, no tengo la necesidad de pensar: otro asumirá por mí tan fastidiosa tarea. 
Como la mayoría de los hombres (y entre ellos la totalidad del bello sexo) tienen además por muy peligroso el paso a la mayoría de edad, aquellos tutores ya se ha cuidado muy amablemente de asumir semejante control. Después de haber atontado a su ganado doméstico y de haber impedido cuidadosamente que estas pacíficas criaturas no osen dar un solo paso fuera de las andaderas en que las encerraron, les muestran luego el riesgo que las amenaza si intentan marchar solas. Cierto que ese riesgo no es tan grande, pues tras algunas caídas habrían aprendido a caminar, pero un ejemplo tal por lo común amedrenta y espanta, impidiendo todo ulterior intento. 

3. Por ello le es difícil a cada hombre individual salir de esa minoría de edad casi convertida en su naturaleza. Inclusive le ha cobrado afición y por lo pronto es realmente incapaz de servirse del propio entendimiento, porque jamás se le dejó hacer el ensayo. Reglamentaciones y fórmulas, estos instrumentos mecánicos de un uso racional, o más bien de abuso de sus dotes naturales, son los grillos que atan a una persistente minoría de edad. Quien se zafara de ellos daría sólo un salto inseguro por encima de la zanja más estrecha por no estar habituado al movimiento libre. Por ello son pocos los que han logrado, gracias a un esfuerzo del propio espíritu, salir de la minoría de edad y andar, sin embargo, con paso seguro. 

4. Pero, en cambio, es bien posible que el público se ilustre a sí mismo; siempre que se lo deje en libertad es inclusive casi inevitable. Siempre se encontrarán algunos hombres que piensen por sí mismo, incluso entre los tutores instituidos del montón, quienes después de haber arrojado el yugo de la minoría de edad propagarán el espíritu de una estimación racional del propio valor y de la vocación que todo hombre tiene de pensar por sí mismo.

La felicidad en la ética

La ética de la felicidad
La obra aristotélica se compone en su mayor parte de tratados dedicado cada uno de ellos a las distintas ramas en que se irá diversificando, y finalmente dividiendo, la filosofía: Física, Lógica, Ética, Política, Metafísica. Concretamente son tres los libros que hoy recogen el pensamiento ético de Aristóteles, siendo el de Etica a Nicómaco el más canónico y citado. Aristóteles partía de la concepción del hombre como ser social o político: un hombre que se completa en los demás, en la comunidad. Esta cuestión, central en el pensamiento aristotélico, es reivindicada hoy por los críticos del pensamiento individualista liberal.

Pero antes es preciso desarrollar la idea de que el hombre tiene un bien o un fin, idea que es el núcleo de la ética. Ese fin fin o bien que busca el ser humano no es otro que la felicidad. En efecto, la felicidad es aquello hacia lo que todos los seres humanos tienden, por lo que se y no otro debe ser el contenido de la ética: conducir al ser humano a la felicidad.
La virtud y la felicidad
La felicidad es lo que todos los hombres quieren, pero no está allí donde la mayoría suele buscarla: la felicidad no radica en la riqueza ni en los honores ni en el éxito. La felicidad está en la vida virtuosa. ¿Cuál es nuestra función en este mundo? Sólo la respuesta a preguntas como esta nos dan la clave de la virtud y, en consecuencia, de la felicidad. Aristóteles, para contestar al interrogante, repara en los tres géneros de la vida que ya Platón había separado: la vida vegetativa (propia de las plantas), la vida sensitiva (propia de los animales), y la vida racional (propia del animal racional que es el hombre). En una ética como la griega, dirigida a la formación del carácter, lo que busca no es eliminar los deseos, sino más bien encauzarlos hacia ese fin que es la virtud o la felicidad, es decir, tratar de conseguir que los deseos y la sensibilidad de cada uno no obstaculicen ni entorpezcan el camino hacia la vida feliz.
Las ideas no son el punto de partida del conocimiento moral: no sabemos qué es el bien porque conozcamos la definición ideal del bien, como no sabemos qué es la salud a partir de una definición teórica y general de la vida sana. Aprendemos a ser buenas personas, virtuosas, en la práctica, enfrentándonos con situaciones difíciles y procurando elegir bien y tomar la decisión más correcta o la menos equivocada. La virtud es una actividad práctica consistente en saber escoger el término medio, un término medio peculiar en cada caso y para cada persona, que escapa pues a las definiciones generales.

La virtud y el término medio
La vida feliz es una vida “reglada” por la razón y no abandonada al desorden de deseos y pasiones, reglas que tienen que ver con la moderación porque las cosas se destruyen (se “desvirtúan” o dejan de ser ellas mismas) tanto por exceso como por defecto. Aristóteles nos ha ha dejado distintas listas de virtudes. Para entender el significado de la idea de virtud sobre todo conviene fijarnos en las cuatro virtudes cardinales: la prudencia, la justicia, la fortaleza y la templanza.
Las virtudes aristotélicas se clasifican en dos grandes tipos: virtudes éticas y virtudes dianoéticas. Las virtudes dianoéticas no se adquieren por la costumbre, como ocurre con las virtudes éticas, sino por la enseñanza. La clasificación es consecuencia del rechazo de su autor de una concepción puramente intelectual de la virtud, así como de la convicción de que la vida virtuosa, propia de la existencia humana, no consiste en una actividad exclusivamente racional, sino también sensitiva, que tiene que ver con las emociones y no sólo con la razón. Así, las virtudes éticas se originan mayormente por la costumbre, por los hábitos, y son las que más directamente contribuyen a formar el carácter de la persona. Ser virtuoso no consiste en realizar de vez en cuando un acto virtuoso, sino en serlo durante toda la vida.

Ética o teoría de la moral

EN LA ANTIGÜEDAD

  • Presocráticos: La felicidad es Eudamonia, que implica la presencia de un demonio, guardia bueno, que hace la vida prospera y placentera.
  • Sócrates: La felicidad no está en las cosas externas, sino en el alma, esencia humana.
  • Platón: El bien como aspiración fundamental de los seres humanos se realiza por la aspiración de las personas al mundo inteligible.
  • Aristóteles: Lo propio de la virtud es el justo medio. Ser virtuoso implica ser bueno y ésto, a su vez, implica ser feliz.
  • Epicuro: La verdadera felicidad consiste en la ausencia de dolor en el cuerpo (aponia) y la carencia de perturbación en el alma (ataraxia).
  • Estoicismo: La felicidad se alcanza viviendo según la naturaleza. El bien es todo aquello que incrementa el logos y el mal aquello que lo perjudica.
  • Escepticismo: La felicidad implica despojarse completamente de lo humano, realizando aquella naturaleza de lo divino y el bien, llegando a la imposibilidad del sabio.


EN EL MEDIOEVO


  • San Agustín: La felicidad depende de el bien. El bien moral es obrar en sintonia con el sumo bien, mientras que el mal es la ausencia del bien.
  • Boecio: Todas as cosas se encuentran ordenadas según una norma adecuada a ellas, que las orienta hasta el bien.
  • Pedro Abelardo: La intención es la base de la conciencia moral y es la que sirve para calificar las acciones de buenas o malas.
  • Santo Tomás: La virtud y la justicia están en el orden de las cosas divinas. Conocer el bien implica necesariamente obrar el bien.


EN LA MODERNIDAD


  • Descartes: esforzarse más por vencerse a si mismo más que a la suerte y por cambiar los deseos personales más bien que el orden del mundo.
  • Spinoza: la ética se explica y se sirve de acuerdo con los caracteres de la geometría. El conocimiento es la verdadera potencia que libera a el ser humano de las pasiones.
  • Leibiniz: Vivimos en el mejor de los mundos posibles. El mal moral se produce cuando el ser humano renuncia a los fines para los cuales está destinado.
  • Kant: debemos actuar pensando que nuestro comportamiento puede convertirse en nuestra ley universal.
  • Hegel: la ética adquiere el carácter de eticidad donde el valor moral de los actos radica en la relación entre estos y su comunidad.
  • Shopenhauer: la vida ética está en la compasión, el hecho de reconocer en el otro el dolor propio y evitarlo a toda costa.


EN LA ACTUALIDAD


  • Nietzsche: la moral de los esclavos ha prevalecido durante los siglos anteriores. Ahora debe prevalecer la moral de los señores, el superhombre determina su propia moral.
  • Sartre: actuar en libertad implica la elección del propio ser. Ser libre implica asumirse desde su propia realidad, reconocerse como nada.
  • Habermas: las normas morales válidas son fruto de la argumentación consensuada dentro de una comunidad ideal de vida.




viernes, 8 de junio de 2018

Sentido y quehacer de la ética

Muchas personas se cuestionan si la ética es una moda o una necesidad, si sirve para algo en un mundo tan complejo y que corre a unas velocidades inmensas.


La ética tiene como objeto de estudio la vida práctica de las personas. Allí descubre los aspectos que sustentan y fundamentan las normas de actuación y de convivencia humanas, y ayuda a las personas para que realicen sus proyectos de vida en sociedad.
En este sentido se comprende que la ética tiene sentido y es una propuesta válida para el mundo de hoy.


CONCEPTO DE ÉTICA

Desde el punto de vista etimológico, ética viene del griego ETHOS, que significa costumbre.
En la mayoría de los diccionarios encontramos que ética es la ciencia que estudia las costumbres morales de los pueblos.
Hasta aquí el significado de ética nos puede parecer fácil de asimilar.
Pero intentemos de dar un paso más.


¿Qué podrá significar costumbre en Grecia? Tratando de ubicarnos en el contexto de la época, es decir, en una Atenas floreciente, donde la vida intelectual era la que gobernaba la ciudad (polis), costumbre significaba todo aquello que venia de dentro de la persona, aquello que es suyo de la persona.

En este sentido, se puede plantear que la ética tiene que ver con las actuaciones propias de las personas en medio de una sociedad o en medio de la sociedad en la cual se encuentran.
La ética constituye el criterio por el cual una persona asume determinado comportamiento en su diario vivir, en su cotidianidad.
En el concepto de ética no cabe la norma, pues las personas antes que guiase u orientarse por una norma, se obedecen a sí mismas, a sus deseos y aspiraciones más intimas.
El ser humano siempre actúa de acuerdo con lo que él es en su constitución más profunda, la cual también está determinada por la sociedad y por el ambiente en el que crece y se desarrolla.
Por tanto, no podemos pensar que existe una única ética válida para todas las sociedades y para todos los contextos.
Se tiene que aceptar que la ética es contextual, es decir, depende de un contexto y es en él donde adquiere o no validez.

DISTINCIÓN ENTRE ÉTICA Y MORAL
Con frecuencia, algunas personas confunden ética con moral. Debemos aceptar que no son lo mismo y, que por tanto, se debe establecer una clara distinción para que cada persona sepa en qué terreno se está moviendo, si en el de la ética o en el de la moral.
Moral viene del latín mos-moris, que significa costumbre. Aquí entraríamos en un primer momento a decir que moral significa lo mismo que ética, porque en su etimología pueden significar lo mismo y la traducción que realizamos utiliza la misma expresión en castellano. Sin embrago, no debemos ser tan apresurados.


Debemos notar que el hecho que la traducción sea la misma, no implica que en los contextos originarios (Grecia y Roma) significaran lo mismo.
Moral, es decir, costumbre significa en Roma aquello que viene de afuera, aquello que es impuesto por una norma, por un código, por una ley. De este modo se establece una distinción fundamental.
Ética viene de dentro y moral viene de fuera. Esta distinción la debemos realizar dentro del contexto, de lo contrario perdería cualquier significado.
A partir de esta distinción, hoy se habla de moral para referirse a las normas y a los acuerdos mínimos de convivencia y de actuación de un grupo de personas, mientras que ética se refiere a la reflexión que se puede hacer acerca del fenómeno moral.
En este sentido, la moral es el objeto de estudio y de reflexión de la ética.

PRINCIPALES MODELOS ÉTICOS

A lo largo de la historia se han propuesto diversos modelos éticos que han intentado dar respuesta a la pregunta: ¿Cómo ser feliz? Pues la felicidad siempre ha sido entendida como el bien último al que está llamada la existencia humana. Esta respuesta se ha intentado dar desde tres perspectivas fundamentales, sin que ellas agoten el extenso campo que puede estudiar la ética.

LOS UNIVERSALISTAS

Son aquellas propuestas que buscan que su modelo de reflexión ética sea universal, es decir pensar en un tipo de moral en la que todos estén de acuerdo y que se ajuste a todas las personas.
Autores como Sócrates, Plattón, Kant, Habermas, entre otros, han buscado que su propuesta ética tenga una validez universal.

¿Cuál sería la manera o el modo de universalizar su propuesta?
Para ellos, todo acto humano se realiza de manera racional.
Como las personas son seres racionales, ellos piensan que todos deben usar la razón y al usar la razón deben comportarse de manera ética, es decir, buscar la felicidad personal y social de acuerdo con un ideal general, un ideal que tienen en común todos los seres humanos por el mero hecho de ser racionales o pensantes.
La crítica que podemos hacer a este modelo es que no es fácil unificar el uso de la razón. No se puede a partir de una realidad dualista que concibe al ser humano como un simple animal racional.
Es necesario tener en cuenta otras dimensiones de las personas y reconocer autonomía y libertad al momento de reflexionar y de elegir.
Pues, aunque todos tengamos la capacidad de razonar, no siempre es puesta en escena en el momento de actuar, no siempre queremos ni deseamos utilizarla.
Muchas veces prevalece la subjetividad, el orgullo, el odio, o las pasiones, que provocan en las personas actos no racionales.

LOS COMUNITARISTAS
Para los comunitaristas, quienes señalan que el comportamiento humano no se puede analizar de manera individual, sino que debe recurrir a la sociedad o a los grupos sociales.
Consideran además que es dentro de la sociedad donde se perfila un tipo de comportamiento moral. La sociedad es el parámetro de vida y ella es quien determina y acepta las distintas formas de actuar y de comportarse.
Si antes el valor era puesto en la razón, aquí el punto central es definido por la sociedad. Por sociedad se entienden los grupos de personas que se unen para llevar adelante un proyecto, una forma de vida.

Una vez aceptada, la persona debe adecuar sus comportamientos con los acuerdos sociales de su comunidad de vida.
La critica que podemos hacer a esta propuesta es que este modelo puede ser válido para sociedades o grupos pequeños, pero para sociedades como las que se desarrollan hoy es muy difícil que el objetivo propuesto se pueda cumplir. Además se requiere un grado avanzado de conciencia moral, por lo que tampoco se puede aplicar en sociedades con grandes desequilibrios sociales o con graves problemas morales.
Mientras más grandes sean los grupos sociales, más difícil será el conocimiento, la interrelación, la misma ayuda que uno puede prestar al otro.
Por tanto, la dificultad es la generación de comunidades que deseen convivir o llevar un objeto común y donde todos se comprometen a realizarla en grupo. De los representantes del comunitarismo, podemos citar a Aristóteles, Santo Tomás y Hegel, entre otros.


CRITICA CONTEMPORANEA
Las personas no deben estar obligadas a asumir modelos éticos impuestos.

  • Este modelo propone que somos seres individuales y que cada persona debe comportarse como mejor considere.
  • Nietzsche y Sartre propone que el ser humano debe guiar su propia vida y no deben tener parámetros y nadie que nos esté diciendo ni un orden que nos recuerden los acuerdos de un comportamiento moral.
Se le critica que se corre el riesgo de caer en un relativismo:

  • Todo vale.
  • La persona hace lo que le parece bien para su vida.
  • Si no se está preparado y no es una persona madura terminaremos sin rumbo fijo o en la nada.
  • No se trata de determinar que es lo bueno o lo malo, si estamos preparados para asumir responsabilidades que busquen corregirnos dentro de un ambiente de disciplina cuando es necesario.



















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